[Iglesias oculta una doble estrategia, preocupante y falaz, aunque el objetivo sea el mismo: ganar siempre o, al menos, avanzar]
Al salir de su visita al Rey, el líder de Podemos se postuló públicamente como vicepresidente de un gobierno ¿con Sánchez? y, además, exigió no menos de seis carteras ministeriales, de gran importancia cuantitativa y cualitativamente (Economía, Exteriores, Interior, Defensa y Justicia), eludiendo toda relación con carteras sociales y reclamando el control de los medios de comunicación, entre ellos, TVE y ese invento de un Ministerio de las ‘Plurinacionalidades’, como una provocación más a un posible acuerdo.
Todo ello ya denota una preocupante declaración de intenciones en línea bolivariana, sin consultar con nadie y específicamente con Sánchez.
Pero, además, Iglesias oculta una doble estrategia, preocupante y falaz, aunque el objetivo sea el mismo: ganar siempre o, al menos, avanzar.
Si Sánchez, con su obsesión monclovita, admite y se pliega a la postura soberbia y desafiante de Iglesias y a sus exigencias, el presidente ‘in pectore’ sería éste, pues controlaría de facto el Ejecutivo con su Vicepresidencia y ministerios tan importantes y coordinados por él.
Y si no se pliega, sobre todo porque su Comité Federal no lo autoriza, iríamos a unas nuevas elecciones en las que, al menos según las encuestas, Iglesias también avanzaría.
En el primer caso sería muy malo para Sánchez, pero también para el PSOE, que quedaría «a merced» de Podemos, en un gobierno de corto recorrido, con muchas posibilidades de acabar como IU, ya fagocitada….
Y malo también, desde luego, para España por la inestabilidad política, económica y social, con retirada de inversiones, aumento de la prima de riesgo, auge de los independentismos…
En el segundo caso de nuevas elecciones, tal vez el propio electorado recondujese la situación al observar los desmanes de las ‘marcas blancas’ de Podemos y las propuestas antisistema que bordean la democracia.
Y es muy posible entonces que cambie el signo de las encuestas, con una bajada significativa de Podemos y un incremento –o al menos mantenimiento– de los partidos constitucionalistas (PP, PSOE y Ciudadanos) por descenso también de los independentistas, llegando a una aritmética más adecuada.
Asimismo, confío en que el Comité Federal socialista tome medidas sobre el insultante desafío público podemista, sin el menor reparo hacia un PSOE centenario, al que quiere destruir como ya hizo con IU.
Claro que, tras más de un mes desde las elecciones generales del 20-D, sin negociaciones ni acuerdos (algunos son irrealizables), con una situación política, económica y social cada vez más polarizada y preocupante, también podría producirse un pacto gubernamental con un presidente independiente de prestigio aceptado por los tres partidos constitucionalistas (PP, PSOE y C’s) y algún otro...
La composición ministerial y el programa y plazo de gobierno serán debatidos y acordados por todos ellos, en la forma más abierta y generosa, recordando la Transición y al estilo de los Pactos de la Moncloa, para reconstruir un país en una delicada situación.
De otra forma, España puede deslizarse por una peligrosísima senda de extremismos, retirada de inversiones e involución en términos sociales, con un final de incalculables consecuencias negativas.
Termino con una frase del ex dirigente y ex ministro del PSOE, José Luis Corcuera, para evitar limitaciones: «Cuando el secretario de Organización del PSOE, César Luena, dijo que no pactaría ni con Bildu ni con el PP, cometió una de las mayores infamias comparativas de la democracia, pues tanto PP como PSOE son perfectamente homologables con la derecha (conservadores) y la izquierda (socialdemócratas) de otros partidos europeos, donde acuerdan continuamente, incluso en coalición, como el caso de Alemania».

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